martes, 11 de marzo de 2014

ANÉCDOTAS SEXUALES (vol.4)


REPETIMOS SECCIÓN CORAZONES!! TODOS SABEMOS QUE LO ESTABAIS DESEANDO: 






Bueno chicos, hoy mientras ladraba el perro de mi vecino y un helicóptero sobrevolaba mi edificio me he acordado de una historia de esas que tanta gracia os hace, porque si, todos sois unos cab***es a los que os encanta reíros de las desgracias sexuales ajenas, y lo sé porque yo también soy así y me encanta descojonarme.


Esta vez sólo voy a contaros una historia, sólo una, porque se merece su propio espacio. Es el motivo por el cual soy amante de mis gatos y cada vez le tengo más tirria a los perros. 

¡Ah! Y porque anoche vi "... y que le gusten los perros" de John Cusack. Y como os he dicho mil y una vez, él debería dirigir mi vida porque sus comedias románticas de los '70-'80 son lo que debería tener, en vez de este desastre sexo-emocional. (recordad, clickando en el título, se os abre la peli)


Antes de empezar, si os preguntáis por qué la imagen de la historia interminable para hablar de sexo, es porque el perro se daba un aire a Fujur. Esos ojitos, esos ojitos y tan porculero con su marcha.


Supongo que me ha venido esta historia a la memoria porque mi subconsciente quería decirme algo:


Hace un tiempo, demasiado tal vez, o no tanto como debería por recordar esto, conocí a un chico, (cómo no, la pequeña Quime jugueteando en camas ajenas), un chico de los que merecen la pena, de los que transmiten buenas vibraciones, de los que saben hacerte reír y congelar el tiempo. Ese tipo de chico. El chico al que sabes que si te elige no deberías cagarla ni dejarlo escapar. (Hasta que pasan cosas como esta y te lo replanteas) 

Pero sabemos ya que Quime es muy trasto (soy un puto desastre que no aprende nunca) y con tantas historias desastrosas amorosas y sexuales a sus espaldas, esta tenía que ser una de las veces que metiera la pata, porque sino no sería ella, osea, yo.

Este chico estaba sólo en casa y me llamó y mi corazón me gritaba que debía lanzarme y que alguna vez tenía que ser la primera vez. Lo que hubiera podido surgir si ese falso imitador de Fujur no hubiera vivido con él hubiera sido muy ... No sueñes despierta, Quime.

Llegué y un perro me acosó a ladridos. Él me enseñó su casa, marcó su territorio, me hizo una ruta turística por su vida, por sus años y sus logros, como si que olvidase mis problemas cuando me hablaba no fuera suficiente, sus laureles adornaban más aún la sonrisa que me provocaba pensar en él. 

A todo esto, el perro andaba follandose a una manta por todos los lugares que él me enseñaba, como si supiera a lo que hubiera ido. Lo tenía bien enseñado (o eso creía él)... 

Hasta que sus CK rojos estaban en el suelo porque nosotros estábamos manos a la obra y el perro decidió hacer honor a su nombre y ser muy perro y subirse con nosotros en la cama a ponerle ojitos al dueño.

Él empezó a hacerle más caso al perro que a mi, aquello no tenía forma de solución, era la historia "interminable" de un triste gatillazo con un maravilloso chico que no se daba por vencido ante un perro que no quería dejarnos hacer nada.

Ese maravilloso perro le lanzó unos perfectos ojitos de dragón Fujur al miembro de su dueño, el cuál empezó a hacer el helicóptero con aquella arma de destrucción masiva con la que la genética le había dotado. 

Al final ganó el perro y sus ojos de cordero degollado. ODIO  A LOS PERROS.

La verdad es que no recuerdo muy bien cómo terminó, sé que me reí muchísimo, que nunca volví a ver a aquel chico de tan amplias posibilidades con ojos de sexoadicta por prestar más atención a su drago-perro que a mi. 

Sólo sé que los perros no me caen bien y que los helicópteros me recuerdan a ese desafortunado polvo que nunca llegó a término. 

Creo que lo que mi subconsciente quería decirme es que no hay hombre perfecto y que cada hombre tiene sus rarezas, pero que si aceptas dichas rarezas y excentricidades, puedes ver porno con él y reírte mientras finges los orgasmos de las protagonistas, puedes pasar de la risa a la excitación en cuestión de segundos, no deberías dejarlo escapar hasta que eso se acabe, porque el mejor sexo es aquel que recuerdas con una sonrisa y te hace querer más de esa cura llamada orgasmo.


Bueno, no le puedo echar nada en cara, su perro le daba cariño en las noches de soledad y yo sólo fui una persona pasajera de su pasado. Os dejo una canción que no tiene mucho sentido aquí y ahora, pero que me ha venido a la cabeza... Todos sabéis a estas alturas que mi cabeza no filtra bien.



No hay comentarios:

Publicar un comentario