NO HAY AMOR MAYOR QUE EL DE UNA MADRE FRENTE AL INICIO DE LA CREACIÓN DE UNA NUEVA VIDA.
Bueno, antes de empezar, me gustaría deciros unas cuantas cosillas:
1.- SIENTO DE TODO CORAZÓN no haber podido publicar antes. Los domingos que es cuando suelo escribir estaba completamente liada y el lunes fue mortal así que me quedé sin escribir lo que quería, pero eso me dio tiempo para conocer la historia tan bonita que os traigo hoy.
2.- Gracias por soportarme cuando me quejo de mi "trabajo" que aunque tiene unas vistas expectaculares, me paso el día rodeada de hormonas y masajeando pechos, pues estoy en zona "post-gestacional" llamemosla así y es muy bonita, pero muy muy cansada.
3.- Mi implicación en esta historia viene por dos lados, en primer lugar fui una niña en una incubadora cuando nací y otra es que fui quien entró la historia en marcha.
Bueno, comienzo con mi breve pero enternecedora historia. Tengo el permiso de los padres, así que estaré encantada de contaros las dudas después.
Son las 6:30 del lunes y me suena el despertador, no quiero ir a trabajar, a pesar de las perfectas y preciosas vistas que tengo, encima está lloviendo, así que no me apetece levantarme de la cama, las calles aún no están puestas, así que qué mas da.
Tanta queja, pero una hora justo más tarde estoy en la planta 7º del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil, más conocido como "CHUIMI", mi lugar de prácticas. Saludo y está el turno de noche haciendo café y dandose las novedades. Soy la primera en llegar como de costumbre, así que me mandan a sacar a un niño de nido para entregarselo a su madre que acaba de llegar de la incubadora.
Es un niño precioso, tiene 17 horas de vida, ha pasado por la incubadora de transición sin problemas debido a un hemangioma cavernoso. Si os preguntais que es ese nombre tan raro, es un cáncer benigno que este bebé tiene en la espalda. A la mami se lo explicamos de una manera que no la asuste. Papá nos mira con la cara de asombro y de angustia, pero la verdad es que ninguno de los dos se está enterando de lo que hablamos, ni de cuanto mide, ni cuanto pesa (2'840 kg y midió 44cm).
La verdad es que el pequeño varón tiene un nombre precioso, pero yo le voy a llamar por su nombre menos común, Jorge. El pequeño llora desesperado y muerto de hambre porque se está alimentando con leche materna y el pecho a un bebé hay que dárselo a demanda.
Son las 7:48 y la mirada de esa madre petrifica a todo el que mira, pero a la vez calma y da una felicidad extremadamente placentera, es la segunda vez que va a coger a Jorge y soy yo quien se lo está entregando mientras me mira y se le caen unas lágrimas de felicidad. (Ahora al recordarlo también se saltan las mías).
La mañana empieza a resultar complicada de 8 a 9-9:30, es hora de analíticas, tensiones, pulsaciones y ayudar en la lactancia materna. Justo al lado de Jorge hay una nena cuya mamá tiene problemas para darle el pecho debido a complicaciones, así que cuando he terminado con el paseo de reconocimiento entro en su habitación y saludo a Jorge, lo veo demasiado aletargado (dormido) para las horas que tiene, debería de estar más estimulado al pecho de la mamá.
Toco la fontanela y está hundida, decido hacerle una glucemia... Resultado: el nene tiene el azúcar baja. Le damos medio biberón. La mañana va pasando y se unen las visitas de ginecólogos, pediatras, pruebas de sonido y demás.
Volvamos a la historia: Como fue un parto de nalgas, (Jorge nació de culo), aparece el traumatólogo y nos cuenta que Jorge tiene la cadera levemente desencajada y que necesita una corrección que no se la puede quitar durante mínimo un año.
Papá está aterrado y mamá se abanica, respira hondo y llama por teléfono. Pasada buena hora de la mañana, casi poco antes de terminar mi jornada de lunes, pasé a hablar con la madre.
Estaba muy preocupada porque el peque llevaba todo el día pegado al pecho y apenas lo quitaban lloraba, además estaba disgustada por lo de la cadera, su anterior hija fue completamente sana y este pequeño con casi 24 horas de vida tiene un cáncer benigno y una cadera dislocada.
Hoy martes, lo primero que hice fue ir a ver a esa madre preocupada y ansiosa que estaba con Jorge al lado de los ascensores de entrada contemplando el expectacular amanecer que se ve desde esa zona y deseando bajar a que el traumatólogo le pusiera el "correctio" Su angustia era palpable, así que solté mi bolso antes de cambiarme y me puse a hablar con ella hasta que llegó el momento de que bajara a consulta.
Cuando sube estoy esperándola para darle un cursillo intensivo de cómo cambiar pañales con el aparato puesto y con cuidado del cordón umbilical. Le pregunto que tal y sólo con la mirada me lo ha dicho todo, me quedo seca y el qué pasó sobra para poder darle un abrazo y dejar que llore hasta desahogarse.
Jorge tiene una leve tortícolis que tampoco le deja mover el cuello. Mamá se desahoga y me mira, le enseño a dar el pecho con el aparato que lleva Jorge entre las piernas y pido a la enfermera especialista en lactancia que pase a ver por qué está tan hambriento el pequeño si está tomando muy bien el pecho, el resultado no es otro sino que tiene el frenillo muy corto.
La mamá me mira y suspira... El día pasa y el alta de la mamá está listo y el del peque también.
Jorge se ha ido a casa y lo único que me ha quedado claro en estos dos días es el amor que tiene una madre frente a las adversidades. Es el amor en la esencia más pura del mismo. Me enteraré de la evolución del peque porque le he cogido mucho cariño y tenerlo en brazos ha sido una experiencia que no está al alcance de todos.
Me despido, espero que no se os hiciera muy largo, esta vez con una foto, y deciros que ahora entiendo el significado del tatuaje tan horroroso:
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