Ella no era perfecta, no pretendía serlo, pero intentaba ser lo mejor que podía ser.
La esperanza le falló, sus temores empezaron a inundar su espacio vital, la dejaron sin respiración y poco a poco empezó a sentir cómo los pulmones le quemaban, sentía que iban a estallarle por dentro. Ese tipo de fuego que no se puede apagar y que acaba matando.
Entre tanta oscuridad y esfuerzos por intentar sobrevivir entre el negro espesor del fondo oceánico que eran sus miedos , rozó una cuerda que le devolvió la esperanza. Ese roce fue suficiente pero incompleto.
Saber que había una cuerda pero no poder agarrarla era horrible. El fuego subía y sabía que sus opciones se limitaban a dos: o conseguía apagar el fuego antes de que fuera demasiado tarde o sus cenizas estallarían en mil pedazos.
Optó por la primera.
Cada vez que rozaba la cuerda de subida, esta desaparecía. Quería gritar y pedirle que se quedase, pero no podía hacerlo por miedo a que la cuerda no continuara ahí cuando más adelante necesitara aferrarse a ese pensamiento.
Construyó una caja con las lágrimas de porcelana que flotaban en su mar de oscuridad y las secó con el fuego de sus pulmones dándoles una bonita y peculiar forma, la de su corazón. En ella estaba dispuesta a doblar cada uno de sus miedos y encogerlos para que no volvieran a dominar su vida.
Cuando por fin terminó con todo ello y vislumbró la superficie, supo quedarse flotando, sujetando su caja, pero no podía flotar con ella, era demasiado pesada.
Decidió colocarsela en el espacio consumido de sus pulmones, dejando así en su pecho un corazón de porcelana.
Aliviada de no hundirse con la caja otra vez y habiendo convertido aquel océano en un mar, pudo flotar y respirar todo lo hondo que pudo. Por primera vez tras todo aquello, miró al cielo, el brillo del sol nubló sus ojos y sacó de su interior una sonrisa.
Ahora sólo necesitaba esperar, se había convertido en una isla, esta vez no dependía de ella. Había salido del océano, pero necesitaba que alguien la sacara del mar mientras flotaba, debían unir esa isla a un continente.
No se había olvidado de la cuerda, pero hasta que no saliera del mar, no pensaba ir en su busca.
A ella le queda poco para ser rescatada, lo sé porque ELLA SOY YO.
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