lunes, 11 de febrero de 2013

LA VELOCIDAD DE LOS TRENES



SALIMOS A LA VEZ, NUESTROS CAMINOS SE SEPARARON, 7 AÑOS DESPUÉS MIRO ATRÁS.


-¡¡¡¡TERMINÉ!!!- Fue lo primero que pasó por mi mente al recibir las notas de la PAU.- Seré libre, mi vida cambiará, no volveré a ver a esos cabrones que me amargaron estos años por pensar diferente, por no ser cuadriculados como ellos, por no sentir esa "pasión" por los colores del colegio. Tanto tiempo con ellos y lo que más les tengo es asco.

Salí a celebrarlo con mis amigas... No recuerdo la mitad de la noche y creo que es preferible que siga así. Y mi vida cambió, me marché de casa, viví en Madrid y conocí a gente maravillosa a la que aún adoro, tomé decisiones correctas y otras no tanto... Y las malas decisiones me hicieron volver a casa.


¿Sabéis cuando os digo que he vivido deprisa y lo he hecho todo mal? Veréis, La vida es como un tren, partes de una estación y llegas a otra, el problema es el tiempo que tardas y si llegas a perderte.

Creo que el cambio que más necesitaba en mi vida y el más radical por excelencia es el paso de bachillerato a la universidad. Esa transición la haces sólo porque o vas a estudiar fuera o no hay amigos haciendo la misma carrera... La vida da un gran cambio y a veces es difícil descifrar a primera línea lo que va a pasar.

Yo tuve la suerte de tener una transición bastante especial: me fui a vivir con mi mejor amigo a otra ciudad, a Madrid, la gran capital, la vida loca, el desfase... El problema es que él y yo nos perdimos en los 3 primeros meses de convivencia. Todo iba bien en el resto de aspectos, había hecho una vida nueva y mi tren había corrido hasta salirse de la línea visual de aquellos que hicieron de mi adolescencia un infierno terrenal.

Mi tren paraba pertinentemente en la medición de egos trimestrales que nos hacíamos ( la cena de navidad, semana santa y verano) donde de algún modo satisfactorio ganaba: Vivía con un amigo, tenía pareja estable, estudiaba lo que quería, tenía trabajos puntuales...



Parece que mi número de la mala suerte es el 3, porque 3 años después, volví a casa. En cierto modo renuncié a muchas cosas por amor y por comodidad mutua, pero eso es otra historia. Llegó la vuelta a casa, aún mantenía a mi pareja y mi mejor amiga también había vuelto y nuestra tierra era nuestro lugar extraño de vida, apenas encajábamos en las vidas de los que se habían quedado. Todo se rompió como ya sabéis hace ya casi 2 años y 3 desde que estoy soltera.

Ahora las cenas no son cada 3 meses, porque quien no ha terminado de estudiar ya trabaja o vive fuera y apenas coincidimos todos...

Pero al llegar aquí volví a ver raíles de trenes que habían salido conmigo de la estación y esos raíles han conseguido despacito y con buena letra lo que yo conseguí a toda velocidad y perdí. Quizás mi problema básico es que no quiero estar aquí, me ahogo, la soledad me consume, me siento vacía y perdida. Esto últimamente se ha acentuado al ver como ahora mis amigas se estabilizan, mantienen parejas "estables", se van a vivir con ellas, avanzan... Y yo creo que estoy retenida en el andén de salida, esperando a que me den la luz verde de salida.

No sé cuánto me queda para salir del garaje y me vuelvan a poner en marcha, estoy dando vueltas sin ver luz de salida, con miedo y ahogada por la angustia que eso me supone... Estoy siendo reparada.

Los trenes no cambian de carril, tropiezan siempre con las mismas muescas en las vías porque están hechas para ellos especialmente, sabe que el cambio no llega hasta que alguien ajeno hace un cambio de vías, los que nos rodean son nuestros maquinistas y nosotros maquinistas de los demás... Mientras tanto... ¿Tardará mucho en llegar mi maquinista perfecto?




P.D: El jueves prometo un especial de San Valentín.

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