domingo, 22 de enero de 2017

Carta abierta a mi mala suerte 2016

Carta abierta a mi mala suerte del año pasado:

Hoy, 19.01 hace justo un año que empezó una terrible racha de mala suerte en mi vida.
Iba de camino a su casa como de costumbre, con un detalle para celebrar que mañana 20 será San Sebastian sin saber lo que me esperaba, fue quizás la tarde más agridulce que había tenido en mucho tiempo. Sabía que no eras un amor para siempre, pero te quise y te quiero aunque seamos de esos amores que están destinados a no ser.
A pesar de haberle puesto final ese día, nos pasamos un mes de tira y afloja, de si, pero no, de intentar ser amigos cuando nos conocíamos tan bien que sabíamos sin tocarnos que eso no funcionaba, de derretirme en tus abrazos cuando te veía, de no querer separarme de ellos, de fundirme en tus brazos y tu respiración... y así, sin más, por no saber esperar, llegó el ultimátum final, siendo una auténtica gilipollas al ponerle final, hay cosas que se dejan como están y no se tocan, se arreglan solas, y yo la jodí y perdí a quien me enseñó que "un hombre me podía tratar bien" sin embargo yo no supe ocupar mi papel y esperar pacientemente a que te encontrases a ti mismo, te metí prisa cuando estabas perdido y por ello perdí, nunca dudé de que me quisieras. Lo siento.
Fue un mes horrible el siguiente, te buscaba en cada pensamiento, no quería sacarte de mi mente y no podía parar de culparme y llorar, por sentirme influida, por sentirme obligada a hacer algo que yo sabía que no estaba bien, no se pueden dar ultimatums a las personas, las aceptas como son o no las quieres en tu vida, pero no las pides que cambien para encajar en ella.
Y llegó Abril y con ello una decisión también muy difícil, una amiga muy especial para mi, dejo de serlo tras muuuchos años, ya no la quería bien, ya no veía bien sus actos, algo había cambiado y ella me había dado varios "toques de atención" innecesarios desde mi punto de vista, porque lo que había cambiado en nuestra amistad era quizás lo que nos unía, ya no estábamos en el mismo punto y no voy a ahondar más en el tema por respeto a ella y a las personas que nos quedan en común, quizás fue una decisión cobarde, pero tengo claro que hubiera ido de mal en peor, parche tras parche si no le hubiéramos puesto fin, al menos así, me quedará un bonito recuerdo de lo que fue una gran amistad.

Os juro que en Junio yo me había resignado, mi casa estaba en obras desde marzo (a día de hoy no hemos terminado, todo lo que haya podido salir mal, salió mal: baños, puertas, camas, armarios...) y en mi vida no pasaba nada bueno, a pesar de haber conocido a gente estupenda, seguía sintiéndome culpable hasta por un simple abrazo y una risa, no paraba de pensar en que él estaba a punto de irse y había perdido toda esperanza de lo que había sido un año anterior casi perfecto a su lado. Cómo jode no estar a la altura.

Pero todavía quedaban 4 meses al año y no podían simplemente pasar, no, tenían que dejarme huella: El 19 de agosto conocí a alguien muy especial, alguien que me quitó el sentimiento de culpa, me quitó el dolor, me hizo volver a sonreír y me dio el día  más especial del año en el puente de Septiembre. Ese día me di cuenta de que había conocido a mi compañero de vida, a la persona con quien quería compartirlo todo, lo sentí en la playa y lo supe en la cocina de su casa, mientras él se quejaba de las hormigas y yo le abrazaba y le besaba la espalda. Sentí que lo iba a ser todo y que tenía que apostar por él y así lo hice, aposté, había sido totalmente sincera con él, le había contado casi toda mi vida: todo mi presente y mi pasado reciente.
Cuál fue mi sorpresa cuando la persona que me había hecho tanto bien en tan poco tiempo, aunque aún no era nada y lo era todo, quien había un vuelco a mi año y era mi felicidad y vía de escape, también se iba a convertir en mi verdugo. A mediados de noviembre sabía que algo no iba bien, nunca pensé que fuera porque no me estuviera respetando, sino porque su trabajo lo consumía y visto que a principio de año no había sido comprensiva con quien tenía que serlo, con él pequé de imbécil. De verdad quería creer que lo que pasaba entre nosotros era su trabajo.
Pero no, es mi vida y las cosas me salen bien por error, así que no era su trabajo: era una chica con problemas mentales que me acosaba por las redes sociales el problema, si, si, habéis leído bien, me acosaba... en fin, no me voy a meter con ella, porque el día que me la encuentre le diré animadamente lo que pensaba en su momento y más de lo que no me dejó decirle él cuando empezó a acosarme, porque le "daba pena haberla hecho daño".
Sigo con él, porque lo que de verdad me hizo, no tiene nombre, bueno, si, una serie de adjetivos nada encomiables: me humilló, me vejó, se rió de mi en mis narices, me utilizó y lo peor de todo es que le di el poder para hacerlo, confiaba tan ciegamente en él, en sus palabras y en la felicidad que me daba. Por cierto el regalo era mío, por mucho que no te guste reconocerlo sabes que te hubiera bajado la luna por devolverte de alguna manera la felicidad que me dabas, qué lástima que te pudiera la culpa y me faltases así al respeto. Me enseñaste que no puedes esperar de los demás lo que les das.

Y terminó el año, por fin. Algunos sabéis que me estoy quedando corta al contar estas cosas, porque lo habéis vivido conmigo... Así que... ¿Por qué os estoy contando esto? os preguntaréis,porque os lo estoy preguntando yo: Porque hoy, día 19.01 he vuelto a sufrir un revés: durante 5 años he sido voluntaria en la organización de la maratón y este es el primer año en el que no estoy. Empiezo a odiar los 19. Los que me conocéis sabéis lo que la maratón me significa, que ha sido más beneficiosa para mi que yo para ellos, que la he amado 10 veces más de lo que la he odiado, convirtiendo esos días en la mejor forma de empezar el año. Sin embargo este año la realiza una empresa externa y por tanto no soy partícipe de ella, no habrá caminata solidaria ni pasta-party en la que ver a cientos de personas sonreír por una buena causa con sus mascotas, sus mayores o personas discapacitadas, no habrá carrera infantil ni pequeños tropezándose sin medir sus fuerzas, no habrá carrera de sillas de ruedas en la maratón, media maratón o 10 kms.... Bueno, si lo habrá, pero no para mi. Ahora mismo me gustaría estar ahí, sin hacer nada, sentada dando vueltas mientras se recoge el primer dorsal, mientras ves a los voluntarios liarse con los nombres y las colas, los puestos que anuncian más maratones o trans... 

Es una experiencia que siempre pensé que tendría al empezar el año, era algo que daba por sentado, que sería mi semana mágica de enero, lo que mi cuerpo empieza a desear al empezar el año y sin embargo, esta vez no ha podido ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario